sábado, 16 de mayo de 2015

Rendición de Cuentas




No sé cómo explicarte que mirar en retrospectiva es como despeñarse.


Que mirar por el retrovisor es escudarme en esa amiga que tiene contactos y un brillo que todos odian y envidian, porque me extraño y soy una extraña. Ya no me hierve la sangre.
Que la amiga es la hormiga de pasado. La mejor hormiga, que siempre olvidaba los palitos de la t, por si acaso.

Por si ocaso.

Que soy yo y mirarme es esconderme detrás de las faldas de mí misma.

Qué soy un desastre. 


Una vez me dijiste que estaba más linda o menos frágil, que es lo mismo, pero los asomos de fiereza visceral se esfumaron con el paso del tiempo, soy de plata.

"Que antes" es una comparación insultante.

Me hace falta algo abrasivo para curar la desdicha de saberme lejos de lo único que me hacía falta, para quitarme la negrura que me empaña. 
Y estabas vos.

Vos eras más que abrasivo, un rallador incomparable. Nunca te voy a poder perdonar ni agradecerte suficiente.

Sé que la vida me arrastra como mar de leva hacia tus orillas porque la niña que veían tus ojos estaba pintada de esa fiereza y era correspondida.

Porque podía hacer pseudofilosofia y justo luego preguntarte que significa "ontológica" pronunciada como un pesado elefante gordo y ajado. Y no entender. Y que me explicaras.


Muchas veces.


No sé cómo contarte que no estoy enamorada del tipo de los silencios pero que nada deseo con más ganas. Y te lo digo con certeza.

Que me voy a romper el corazón pronto por no saber separar el amor y las sábanas. Que a pesar de todo tengo quien me escriba. Que hasta ayer a nadie había escuchado leer la Carta a Rocamadour. 

Que no me deja dormir la consideración ética de la guerra y que nunca había estado tan inerte.
Tengo mucho qué preguntarte.
No sé cómo decirte que te extraño, o que es mentira, que extraño a la persona que era por vos, o para vos, o gracias a vos, o a pesar de vos.


Que tengo más miedo que nunca y tiemblo menos que siempre. Que no sabía que Mutis había muerto hasta que Él me lo dijo. Y me lo dijo a mí.
Que no entiendo que le pasa a mis tardes, que no entiendo el por qué de la lluvia, que no sé nada de nada.
Pero sobretodo no sé cómo decirte que lo siento, que no dejo de pensar en texturas, que no seas idiota, que no cierres la puerta.
Que no puede haber palabras para todo.
Y que si es así, por favor tengas la amabilidad de volver a alzar el muro de Berlín.